Bailaba el lucero en el cielo apagado
queriendo ser luna y marcando un sendero.
Un niño miraba desde su casa apagada
queriendo ser amigo del lucero que bailaba.
El lucero de dio cuenta de que el niño lo observaba
y le regalo una danza que jamás fue regalada.
Que bonita era la danza que el lucero regalaba,
pero mientras la bailaba, el lucero se apagaba.
No te apagues mi lucero, dijo el niño enamorado
¡Ya no quiero este regalo!
Si no tengo mi sendero y mi lucero se ha apagado.


